viernes, 25 de marzo de 2011

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Llegó de la escuela, arrojó su mochila llena de libros debajo delas escaleras, se quitó los zapatos y subió a toda prisa a refugiarse a su recamara.
En su mente rondaba una idea valiosa, una que hacía mucho tiempo no sentía.
Le hería saber que las cosas fuesen así.

De alguna extraña manera había permitido que su historia se supiera, se lo había contado a una de sus amigas, cosa que jamás había hecho. Siempre había confiado en extraños que no la conocieran ni pudieran juzgarla, o en personas que no tuvieran noción de sus días. Jamás de los jamases habría dejado que alguien de su círculo diario lo supiera... Pero esta vez había sido diferente. Tan sencillo como que por fín lo había aceptado y necesitaba hablarlo para convencerse a si misma que lo que ocurría no era malo; sólo era extraño.

Cerró la puerta de su cuarto y se sentó en la cama. Se quitó las calceras y se acostó, recargando violentamente su espalda en las amohadas. Dentro de su mente estaba la idea, fresca, repasandose una y otra vez, del cómo sería si acaso la vida no fuese como era entonces.

Existían demasiadas cosas que no entendía...
No podía entender que aquello le estuviera pasando a ella. Ni porqué específicamente con él, ni desde cuando exactamente. ¿Desde cuando los patos apuntaban a las escopetas?...
...patos...

Tenía demasiados conflictos en mente. No sabía siquiera como expresarlos, y a ratos de soledad lloraba por sentirse tan confundida y maniatada. No quería que pasara nada porque iba a doler, y por otro lado, había aceptado que le amaba y que haría casi cualquier cosa por él.
¿Y él?
Nada.... Siempre nada.
Nunca nada.

Cerró los ojos.
Se puso los audífonos, sin escuchar música.
Comenzó a relatarse la idea cual si fuese partícipe real de ella...

...-maldita sea!

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