martes, 21 de junio de 2011

she.

Hoy he salido a las calles de Madrid, y le he visto. ¡Le he visto! En medio de la multitud, vestido de azul, caminaba a prisa hacia el sur. Pude haberle gritado, pero no me escucharía y todos menos él me mirarían.
Salí al atardecer a comprar bollos y queso, vino aún tengo, y el aceite es escaso pero igual no me gusta. Hace calor y no me viene bien al cuerpo. Nora me llevó a la granja de su abuelo y me mostró los caballos; montamos uno y al terminar, el animal fue bañado y enviado a un lugar cuyo nombre he olvidado por lo horrible que significa, pues ahí es donde los matan y cortan para su venta y consumo.
Jamás me acostumbraré a estas cosas de la carne y sus orígenes menospreciados.

Pasado el día de mañana, me iré a la Toscana por una semana. Algo me dice que le he estado siguiendo. Anocheció y la idea del "y qué tal que sí" me ha aniquilado el ánimo. No me gustaría eso, sería pesado cargar con ello.

Demian me ha llamado hoy.
No he contestado.
Necesito extrañarle, sino no cuenta.
Y por cierto, soñé con Johan y su novio; no recuerdo bien qué soñé, pero la sensación al despertar no fue plácida.


-¿Qué está escribiendo la vieja ahora?
-No lo sé, déjame ver... Eh tú, dame eso!
-¿Y bien, qué dice? ¿Está escrito en latín otra vez?
-No, es una carta a alguien, aún no ha firmado.
- ¿Qué pasa si dejas de darle bológrafos y papel? Deberías intentarlo...
-Ya lo he hecho y la vieja se pone histérica después del ocaso, que es cuando se sienta a relatar sus locuras.
- Quien lo diría...
- No es tan extraño, es decir, toda su vida se la pasó mandando cartas a extraños, esperando respuestas que quizá nunca llegaron
-Y enloqueció al fin la infeliz
- La espera enloquece... La esperanza es igual.
-Podríamos decir que enloqueció de fé.
-No, más bien... enfermó de sueños. La perdieron sus ganas de conocer a gente como ella, dementes que cuentan sus vidas a extraños, que responden cartas llegadas de la nada...
-¿Y qué acaso no tiene familia?
- Murieron en la guerra, o al menos eso es lo que ella nos dice. ¿Tienes idea de cómo llegó aquí?
- La trajo una mujer; dijo que la había encontrado fuera de su casa abriendo el buzón, quizá era su antigua casa
- Puede ser... Le devolveré las hojas, y veremos qué más le dice a ese fantasma sin nombre... Tenga Usted, escriba.

Esto es tan parecido a los días en Rusia, cuando había guerrillas por todas partes y los estudiantes caminábamos a escondidas por las calles. ¿Te has de acordar? Yo deseo lo hagas, porque yo lo hago bastante bien. Y sinceramente no me apetece contarte cosas tristes.

Extraño la Argentina. !Mi tierra de fuego querida, jamás te he de olvidar! Ni a tí, mi astro solar, mi magnificente pilar, ah! cómo te necesito ahora en estas horas de soledad. Les he oído llamarme "loca" incluso "vieja". Yo, con mis veintitres otoños, parece que estoy destinada a ser un roble gastado que muere pronto, que vigila de cerca a los niños del pueblo y se va cuando éstos han crecido. Así me ven, y así hacen que me sienta a veces.

Me he comprado un vestido de lana rosa que combina perfecto con el arete que me queda de nuestro primer baile.


-¿Está llorando la vieja? ¡Carambra tío, pues qué le haz hecho! Es sólo una anciana demente, no es para que le hagais daño..
-Si yo no le he hecho nada. Ha de estar triste porque alguna de sus mentiras se ha muerto otra vez, qiuzá la misma de ayer.
-¿De donde es ella?
-De aquí de España, más bien de Toledo. Eso según el internet, nadie le va a andar preguntando ya, días dice que de Argentina, días que de Madrid, nos ha llegado a hablar hasta en noruego. Hermano, a veces me da miedo esa mujer, es demasiado extraña, diferente a los demás residentes.
-Sólo de verla da miedo.
-Vámonos.. y dejemos que siga exprimiendo sus demenciales memorias, que sea feliz... es lo único que le queda.

sábado, 4 de junio de 2011

ciegos..

La magia le rodea. Se alza en polvo estelar, y navega entre asteroides, y se posa sobre tu cielo, y desciende hacia tu ventana... y te observa dormir mientras sueña que despiertas y lo ves.
Si él pudiera, te llevaría a la época que anhelas estar, y viviría contigo entre gigantes, pirámides, vientos suaves y gatos salvajes. Si él pudiera, te compraría la eternidad y la muerte cuando te hartáses de ella. Si él pudiera, te daría la felicidad en cada flor, en cada respirar, en cada peca de tu cara. Si él pudiera...
Y ahí estás tú, sumisa esperando... Viendo pero ignorando, haciendo como que no sientes, como que no te queman sus brazos cuando te rozan. Finges y las mentiras del "no" mantienen viva tu ilusión.
Son felices en lo absurdo. Son tremendos en su engaño... Son el uno para el otro, en plena oscuridad.

La luz no brilla ante los ojos de alguien que no ve..
Y bien decían, no hay peor ciego que el que no quiere ver...