sábado, 16 de enero de 2010

Nadie sabe lo que pienso justo ahora. Nadie tiene idea del gran deseo que corría por tu piel y por mis venas frente a esa media luz, en ese rincón, entrelazados tu y yo.

Nadie lo sabe, y me importa un reverendo bledo.

Ni nadie sabrá nunca con qué ganas espero verte, ni con qué ánsias esperas encontrarme. Nadie sabrá nunca cuán tibia es tu gabardina, ni cuan bien sabe tu cuello. Nadie sabrá nunca cuántas horas pasamos abrazados, ni cuántos besos nos hemos dado. Nadie lo sabrá nunca, y será nuestro pequeño secreto.

Ni sabrán las horas, ni los minutos ni los segundos...
Ni sabrán tu olor ni el mío.
Ni sabrán a qué saben tus besos en mi boca, ni los míos en la tuya.
O lo bien que me tocas, o lo bien que te acaricio.

Nadie lo sabrá.
Y mejor para mí.

En medio de nuestra inocencia mezclada con deseo y poco tiempo, sabemos ser felices en todos los aspectos...

Me gustan tus manos. Amo tus manos.
He dicho.

No hay comentarios: